Aquí tenemos una sección (Capítulos 13, 14) totalmente dedicada al tema de la lepra. La enfermedad fue tratada como una enfermedad repugnante, que tiende a extenderse y que es contagiosa. Toda la comunidad debe ser salvaguardada con celo. Por lo tanto, no debe haber descuido en el método para tratar la lepra.

En las instrucciones se manifiestan dos principios de importancia perpetua. El primero es la necesidad de proteger la salud general de la comunidad y el segundo es que no se cometa injusticia contra el individuo en interés de la comunidad. Estos dos principios son perpetuos en su aplicación. El Estado debería tener siempre el derecho de inspección y examen. Sin embargo, debe hacer uso de su derecho con el mayor cuidado de que no se le haga ningún daño a ninguna persona.

La ley disponía que debería hacerse una distinción muy cuidadosa entre la lepra real y la que pudiera parecer lepra. Cuando el caso estaba claramente definido, el método era extremadamente drástico.

El leproso debía ser separado inmediatamente de toda la congregación. Además, todas las prendas que pudieran haberse contaminado de alguna manera debían ser destruidas por el fuego.

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