La mañana vio cómo el complot tramado en la noche se llevó a cabo. Esto se relata en los dos primeros versículos del capítulo. La imagen de Judas en su remordimiento es muy terrible.

Pilato se destaca como una advertencia contra la política de conveniencia. Estaba convencido de la inocencia de Jesús, y su conciencia, tal vez más aguda ese día de lo que había sido durante mucho tiempo, le reveló claramente que su deber consistía en liberar al Prisionero. Sin embargo, se esforzó por asegurarse a sí mismo y a su posición, y así arrojó a Cristo y la conciencia al mismo tiempo.

Notemos las personas reunidas alrededor de la Cruz. Los soldados de Roma, en su mayoría hombres degradados y brutalizados. Simón de Cirene, obligado a llevar la cruz, pero sin duda descubriendo su mensaje. Sumos sacerdotes, escribas, ancianos, llenos de malicia y envidia, y burlándose de Él, pero aun en su burla profiriendo, bajo la restricción de Dios, grandes verdades. "Salvó a otros; a sí mismo no puede salvarse". Los ladrones, los compañeros de Su Cruz y muerte, divididos entonces y para siempre por su actitud hacia Él.

Un grupo de mujeres a lo lejos mirándolo todo. Esa multitud mixta fue sin duda una profecía. Toda clase y condición de hombres ha sido atraída por esa Cruz, y ha sido influenciada por ella según la forma en que se acerquen. Algunos han mirado. Algunos se han burlado. Algunos han sido sanados.

¡Ninguno de sus apóstoles lo enterró! Los dos hombres que asistieron a este servicio sagrado fueron José de Arimatea y Nicodemo ( Juan 19:39 ). Dos mujeres presenciaron el entierro. Si no fuera tan inexpresablemente triste como una revelación de incredulidad de corazón duro, sería ridículo notar el necio intento de sus enemigos de proteger el cadáver de Jesús. Uno se pregunta, ¿fue consciente la ironía de Pilato cuando dijo: "Asegúrate lo más que puedas"?

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