En este capítulo tenemos el relato de la continuidad de la oposición a la obra de Nehemías. Sin embargo, pasó a un nuevo plano. Habiendo comenzado con desprecio y procediendo a través de la conspiración, ahora intentó lograr su fin con sutileza. Afectando la amistad, los enemigos de Nehemías propusieron cuatro veces una conferencia con él, que él declinó resueltamente, y siguió adelante con su trabajo. A esto siguió una carta abierta calumniosa, que se le instó a considerar. Una vez más, con singular franqueza, negó la calumnia y continuó con su construcción.

Al descubrir que no debía ser seducido, intentaron un nuevo método para llenarlo de miedo y le aconsejaron que se escondiera. Este consejo lo despreció y siguió instando a los trabajadores. Durante todo el período fue acosado por la complicidad de algunos de los nobles con Tobías. Constantemente se vio obligado a escuchar sus historias sobre la excelencia de este hombre.

Todo este capítulo es una maravillosa revelación de la verdadera actitud del siervo de Dios hacia su obra. No se debe permitir que nada debilite el esfuerzo o desvíe la mente del propósito principal. Cada uno de estos métodos ilustra un peligro. Siempre deben evitarse las conferencias con los enemigos del Rey sobre su obra. Se pueden negar las calumnias sobre los trabajadores y su propósito, pero el trabajo nunca debe cesar, ni siquiera para justificarlo mediante argumentos.

Con la conciencia del propósito divino en el corazón, ningún hombre puede asegurarse su propia seguridad escondiéndose, ni siquiera en el Templo de Dios. El desgaste perpetuo de historias reiteradas sobre la excelencia de quienes obstaculizarían la construcción, debe resistirse con celo. En todas estas cosas, Nehemías fue un éxito notable.

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