Ahora se presentó una nueva dificultad. Esta vez surgió entre la propia gente. Los ricos exigían la usura de sus hermanos más pobres hasta el punto de oprimirlos y empobrecerlos.

Quizás en ninguna parte de la historia se manifiesta más claramente la nobleza del personaje de Nehemías que aquí. Hay un toque fino en su declaración: "Consulté conmigo mismo y contendí con los nobles". Su consulta con él mismo resultó en su determinación de dar un ejemplo de abnegación en el sentido de que no aceptó la usura, ni siquiera las cosas que le correspondían como gobernador designado del pueblo.

Tal ejemplo produjo resultados inmediatos en el sentido de que todos los nobles hicieron lo mismo. Así el pueblo se sintió aliviado y se llenó de gozo; y consecuentemente siguió adelante con su trabajo con nuevo entusiasmo.

Desde la posición de rectitud personal, un hombre siempre es fuerte para lidiar con eficacia con el mal en los demás. La disputa con los nobles que violan los principios de la justicia, que no esté precedida por la consulta con uno mismo, no sirve de nada. Cuando la vida está libre de toda complicidad con el mal, es fuerte para golpearla y vencerla en los demás.

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