Esta hueste de Dios no era simplemente una turba o una agregación de individuos.

Debe ser una compañía disciplinada y ordenada, y aquí encontramos las instrucciones sobre las posiciones relativas a ocupar por las tribus, tanto en tiempos de campamento como en marcha. Sería interesante y útil para el lector de este capítulo dibujar un diagrama del campamento como se describe.

En el centro de todo estaba el Tabernáculo, la misma morada de Dios, en cuanto a Su manifestación. Alrededor de este, los levitas estaban acampados en dos lados y en la parte de atrás. Moisés y los sacerdotes debían ocupar el cuarto lado cerca de los atrios de adoración en el este, frente a la entrada. Fuera del recinto y más allá de este campamento de sacerdotes y levitas, las tribus de la nación tomaron sus posiciones.

Judá, Isacar y Zabulón acamparon al este, frente a la entrada de los atrios. Efraín, Manasés y Benjamín estaban al occidente; Rubén, Simeón y Gad al sur; con Dan, Aser y Neftalí, al norte.

En la marcha, encabezaron Judá, Isacar y Zabulón. Los siguieron Rubén, Simeón y Gad. Luego, en el centro, estaban los sacerdotes y los levitas del Tabernáculo. A éstos les siguieron Efraín, Manasés y Benjamín; Dan, Asher y Nephtali marchan los últimos en orden. Si bien este es un capítulo técnico con una nota técnica, destaca un gran hecho, que, acampando o en marcha, había un orden divino; y que en cada caso, en el centro de todo, el Tabernáculo tomó su lugar.

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