En este capítulo hay tres direcciones. El primero es de la naturaleza del testimonio personal (versículos 4: 1-9). Los dos siguientes son exhortaciones a la fidelidad (versos Pro 4: 10-27). El padre impulsa su propia experiencia. En los versos Pro 4: 3-9 repite lo que su padre le había dicho, y declara (Pro 4: 1-2) que era bueno. Esta experiencia personal da urgencia a sus exhortaciones a su hijo.

Entonces, consciente de las tentaciones que siempre acechan el camino de los jóvenes, el padre insta al hijo a ser obediente. La tentación debe evitarse por completo. Finalmente, el padre contrasta el camino de los justos con el de los malvados. El primero es como el amanecer, que aumenta en brillo hasta el mediodía. Esto último es como una oscuridad constante y un tropiezo constante.

Nuevamente, en un segundo discurso, se insta a la fidelidad en términos que indican la necesidad de una devoción completa. Debe haber atención, seguida de intención. La sabiduría en el corazón, la mirada persistente al frente y la cautela incansable son necesarias para la fidelidad.

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