Salmo 26:1-12

1 Salmo de David. Hazme justicia, oh SEÑOR, porque yo en mi integridad he andado. Asimismo, he confiado en el SEÑOR; no vacilaré.

2 Examíname, oh SEÑOR, y pruébame. Purifica mi conciencia y mi corazón;

3 porque tu misericordia está delante de mis ojos, y camino en tu verdad.

4 No me he sentado con los hombres falsos ni tengo tratos con los hipócritas.

5 Aborrezco la reunión de los malhechores; nunca me he sentado con los impíos.

6 Lavaré mis manos en inocencia e iré alrededor de tu altar, oh SEÑOR,

7 para proclamar con voz de agradecimiento y contar todas tus maravillas.

8 Oh SEÑOR, he amado la habitación de tu casa, el lugar de la morada de tu gloria.

9 No recojas mi alma junto con los pecadores ni mi vida con los hombres sanguinarios,

10 en cuyas manos hay infamia y cuya mano derecha está llena de soborno.

11 Pero yo andaré en mi integridad; redímeme y ten misericordia de mí.

12 Mis pies se han afirmado en suelo llano; en las congregaciones te bendeciré, oh SEÑOR.

Se puede decir que la palabra central del cántico es: “Y rodearé tu altar, oh Jehová” (v. Sal. 26: 6). En ambos lados se describen las condiciones de la adoración. Primero, las condiciones de la vida personal necesarias para adorar (vv. Sal. 26: 1-6). Luego se describe el verdadero ejercicio de la adoración (vv. Sal. 26: 7-8). Entonces el salmo se convierte en una oración de preparación (vv. Sal. 26: 9-11); y termina con la declaración de seguridad (v. Sal. 26:12).

En cuanto a las condiciones de la vida personal adecuadas para la adoración, pueden describirse como una separación completa de los malos caminos y las personas malas. La comunión con Jehová solo es posible cuando no hay comunión con los inicuos. Además, el Juez debe ser el mismo Jehová. A Él, el cantante le hace su llamado. En este hecho hay una gran solemnidad y un gran consuelo. Las normas de Jehová son elevadas, pero mucho más razonables que las de los hombres.

El ejercicio de la adoración en su máxima expresión es el de la alabanza, que surge del deleite en la morada y la gloria de Dios. La oración de preparación explica las palabras iniciales. A su luz, se considera que apelan a la decisión de Jehová en lugar de jactarse en Su presencia. La oración final para la preparación es: "Redímeme y ten misericordia de mí". Tal oración es inmediatamente respondida, y esto el último versículo lo aclara.

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