Salmo 3:1-8

1 Salmo de David compuesto cuando huía de su hijo Absalón. ¡Oh SEÑOR, cuánto se han multiplicado mis enemigos! Muchos son los que se levantan contra mí.

2 Muchos dicen acerca de mí: “¡Dios no lo librará!”. Selah

3 Pero tú, oh SEÑOR, eres escudo alrededor de mí; eres mi gloria y el que levanta mi cabeza. 4 Con mi voz clamé al SEÑOR, y él me respondió desde su santo monte. Selah

4

5 Yo me acosté y dormí. Desperté, porque el SEÑOR me sostuvo.

6 No temeré a las decenas de millares del pueblo que han puesto sitio contra mí.

7 ¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Sálvame, Dios mío! Porque a todos mis enemigos has golpeado en la mejilla, y has quebrantado los dientes de los impíos.

8 Del SEÑOR viene la salvación. ¡Sobre tu pueblo sea tu bendición! Selah

Este es un salmo matutino. Es la canción de un alma en grave peligro al amanecer de un nuevo día. Primero se expresa la conciencia de la dificultad. Los adversarios aumentan, y la parte más amarga del dolor es que se burlan de él, declarando: No hay ayuda para él en Dios.

Inmediatamente teniendo éxito, son las palabras que hablan de la confianza de la víctima y su razón. Jehová es a la vez "Escudo", "Gloria" y "Levantador". Entre este hombre y Jehová se establece la comunión: "Lloro" y "Él responde".

Luego sigue el lenguaje del coraje. Ha "dormido" y "despertado" porque Jehová lo sostuvo. Con esta seguridad, no temerá el aumento de adversarios. Luego, de estas circunstancias de peligro y convicción de seguridad, surge la oración pidiendo salvación y va acompañada de la afirmación de que Jehová ya ha escuchado y respondido. La conciencia de la constancia del amor divino ha sido siempre la fuerza del alma confiada en medio de las circunstancias del mayor peligro. Si eso se pierde, todo está perdido. Si eso se mantiene, ninguna gran agua puede abrumar.

Continúa después de la publicidad