Salmo 43:1-5

1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa. Líbrame de una nación impía, del hombre de engaño e iniquidad.

2 Siendo tú el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión del enemigo?

3 Envía tu luz y tu verdad; estas me guiarán. Ellas me conducirán a tu monte santo y a tus moradas.

4 Llegaré hasta el altar de Dios; a Dios, mi alegría y mi gozo. Te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!

Este salmo es parte del anterior o está estrechamente relacionado con él. Se respira la misma nota de confianza, terminando con las mismas palabras prácticamente que las dos partes del primero. Alcanza un plano superior en el sentido de que se refiere únicamente al dolor y al duelo para protestar contra ellos a la luz de la certeza de la liberación de Dios. De la oración por esa liberación, que él ha declarado dos veces en el salmo anterior como cierta, pasa a la afirmación de cómo, siguiendo la dirección de la luz y la verdad de Dios, subirá a la adoración.

Observe la procesión para alabar como él la describe. Al cerro, a los Tabernáculos, al altar, y luego el acto de alabanza. Aún no ha llegado la respuesta. La oscuridad y el misterio todavía lo rodean, pero se ve el camino brillante; y de nuevo se le prohíbe al alma la desesperación y se alienta la esperanza en Dios.

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