Salmo 44:1-26

1 Al músico pripncipal. De los hijos de Coré. Masquil. Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído; nuestros padres nos han contado de la obra que hiciste en sus días, en tiempos antiguos.

2 Con tu mano echaste a las naciones para plantarlos a ellos; abatiste a los pueblos y los arrojaste.

3 No se apoderaron de la tierra por su espada ni su brazo los libró; sino tu diestra, tu brazo, y la luz de tu rostro; porque tú los favorecías.

4 Tú, oh Dios, eres mi Rey; manda liberación a Jacob.

5 Por medio de ti embestiremos a nuestros enemigos; en tu nombre pisotearemos a los que se nos oponen.

6 No confiaré en mi arco, ni mi espada me librará;

7 pues tú nos libras de nuestros enemigos y avergüenzas a los que nos aborrecen.

8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo y alabaremos su nombre para siempre. Selah

9 Sin embargo, nos has desechado y nos has confundido; ya no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos has hecho retroceder ante el enemigo, y los que nos aborrecen nos han saqueado.

11 Nos has puesto como ovejas para el consumo, y nos has esparcido entre las naciones.

12 Has vendido de balde a tu pueblo, y ningún provecho has ganado con su precio.

13 Nos has puesto como afrenta ante nuestros vecinos; por burla y ridículo ante los que están a nuestro alrededor.

14 Nos has puesto como refrán en medio de las naciones y como objeto de burla en medio de los pueblos.

15 Cada día mi confusión está delante de mí, y mi cara se cubre de vergüenza

16 por la voz del que injuria y deshonra, por causa del enemigo y del vengativo.

17 Todo esto nos ha venido, pero no nos hemos olvidado de ti ni hemos faltado a tu pacto.

18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón ni tampoco nuestros pasos se han apartado de tu camino,

19 para que nos abatas en el lugar de los chacales y nos cubras con densa oscuridad.

20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos a un dios extraño,

21 ¿no averiguaría esto Dios, quien conoce los secretos del corazón?

22 Más bien, por tu causa nos matan cada día; somos tratados como ovejas para el matadero.

23 Despierta; ¿por qué duermes, oh Señor? Despierta; no nos abandones para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestra aflicción y opresión?

25 Nuestra alma está postrada hasta el polvo; nuestro vientre está pegado a la tierra.

26 Levántate, socórrenos y redímenos por tu misericordia.

El significado final de este salmo se descubre en sus últimos cuatro versículos. Es una oración por la liberación de la derrota. Su fuerza de atractivo radica en su reconocimiento del gobierno de Dios. Él es el Autor del bien y del mal. Por supuesto, el mal se usa aquí en el sentido de desastre y calamidad. El salmista canta primero del Dios del bien (versículos 44: 1-8). Hay un doble reconocimiento de esto. La historia lo atestigua. El testimonio de los padres lo afirma.

Originalmente habían entrado en posesión por el acto de Dios (versículos 44: 1-3). Luego está el reconocimiento personal de ello. La confianza no debe depositarse en nada excepto en Dios (versículos 44: 4-8). La palabra "pero" indica un cambio. El día es de desastre, y esto se reconoce como un acto de Dios: "Nos has desechado". "Tú nos haces volver atrás", y así sucesivamente (Sal. 44: 9-16). Sin embargo, no ha habido apostasía.

No, más bien ha sido un camino de sufrimiento por amor a Dios y Su nombre (versículos 44: 17-22). El uso que hace Pablo de las palabras en Romanos 8:36 arroja luz sobre esto .

Luego sigue la súplica de ayuda y liberación. Es una súplica perfectamente honesta y razonable, sin embargo, el maravilloso avance de la experiencia cristiana no se muestra más claramente que aquí. El apóstol del nuevo pacto no apela a la liberación, sino que declara que en todas estas cosas somos más que vencedores, y afirma que nada puede separarnos del amor de Dios.

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