ESTE es un canto de alabanza. Primero se declara la apariencia de la alabanza (vv. Sal. 92: 1-3); y luego se dan las razones para ello (vv. Sal. 92: 4-15). El elogio es bueno como primer ejercicio del día y también como último. Bondad amorosa por la mañana, el sentido de toda la provisión que se nos ha brindado al enfrentar las responsabilidades y los conflictos del día. Fidelidad por la noche, la convicción de que Jehová ha sido fiel a Su pacto durante todas las horas de necesidad.

La canción procede a regocijarse primero en ese gobierno general y totalmente benéfico de Dios, por el cual los malvados son juzgados. Esa es una ternura débil y peligrosa que permite que el mal continúe su obra de destrucción. Ésa es una piedad fuerte y tierna que, sin ceder, golpea el mal y lo destruye.

La canción termina con una descripción llena de gracia del crecimiento y la frescura perenne de los justos. Los tales, plantados en los atrios de Dios, florecerán y crecerán, y sin embargo no conocerán la senilidad: la edad con toda su riqueza de experiencias y frutos, pero sin fallas ni debilidades.

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