Y el faraón le habló a José diciendo: “En mi sueño, he aquí que yo estaba en la orilla del Nilo, y he aquí que salían del Nilo siete vacas, de carne gruesa y bien favorecidas, que se alimentaban de la hierba de los juncos. Y he aquí, otras siete vacas subieron tras ellos, pobres y muy flacas como nunca vi en la tierra de Egipto por flaqueza, y las vacas flacas y escuálidas se comieron las primeras vacas gordas. Y cuando se los habían comido no se podía saber que se los habían comido, pero aún estaban delgados como al principio.

Entonces me desperté. Y vi en mi sueño y he aquí, siete espigas subieron de un tallo, llenas y buenas. Y he aquí, siete espigas, secas, delgadas y golpeadas por el viento del este brotaron tras ellos, y las orejas delgadas se tragaron las siete orejas buenas, y se lo conté a los magos, pero no hubo nadie que pudiera explicármelo. "

Las características añadidas a la descripción anterior son tanto la viveza como el hecho de que una vez que las vacas delgadas se habían comido a las vacas gordas, no parecían más gordas.

Pertinente al sueño hay una serie de factores. Lo primero y más importante, por supuesto, fue el hecho de que el Nilo era básicamente responsable del hecho de que Egipto sufriera menos hambre que otros países. A medida que crecía sobre sus orillas cada año, producía un suelo fértil a su alrededor que era el granero de Egipto y en el que florecía el ganado. Sólo en raras ocasiones, cuando el río fracasaba, la hambruna llegaba a Egipto. Sin embargo, allí se conocían y se escribía sobre largos períodos de hambruna en otras épocas. Además, se consideraba al Nilo como un dios cuyo placer, bueno o malo, podía recompensar o castigar a la gente.

En segundo lugar, había una diosa Hathor que era adorada en forma de vaca, y en la tumba de Nefretiri, la bella esposa de Ramsés II, se ven siete vacas acompañadas por el dios toro como si estuvieran marchando en una solemne procesión. En el Libro de los Muertos aparecen siete vacas en una escena de ofrenda, y en los relieves murales del Templo de Hatshepsut en Dair-al-Bahri, se ven siete vacas alimentándose en un prado bajo los árboles.

En otra imagen, se ve a la vaca mirando desde un bosque de juncos de papiro. A menudo se la llamaba "la madre del faraón". Por lo tanto, las siete vacas probablemente recordarían a los egipcios Hathor, la diosa de las vacas, que también se consideraría que afectaba la situación.

Pero la esencia del sueño para propósitos prácticos, y eso era lo que importaba aquí, fue como lo describió José. Por alguna razón, los dioses y diosas de Egipto les fallarían.

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