Jesús les dice: "Traed del pescado que habéis tomado". Subió, pues, Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes, ciento cincuenta y tres, y por todos los que había, la red no se rompió.

Jesús no requirió el pescado que habían tomado para el desayuno porque ya tenía algo de cocción. Más bien quería que consideraran el tamaño de su pesca para que se dieran cuenta de que, en asociación con Él, podrían hacer maravillas en la pesca de hombres.

En vista del hecho de que Jesús les llamó la atención, se contaron los peces y había ciento cincuenta y tres peces grandes. Una captura espléndida para los pescadores de poca monta, como muestra el comentario sobre la red. Hay poca necesidad de tratar de encontrar explicaciones para el número en otros lugares. Ninguno es satisfactorio o demostrable. Las palabras son simplemente evidencia del testimonio de un testigo ocular.

Peter subió. Subió a la barca para soltar la red y poder contar los peces.

"La red no se rompió". Había demostrado ser adecuado para su tarea, así como ellos también lo serán, con su ayuda, para su futura tarea de ganar hombres para Cristo. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle “quién eres tú”, sabiendo que era el Señor.

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