Y también sáquele un poco de los bultos y déjelo, y déjela espigar, y no la reprenda”.

Él también les ordenó, no solo para permitirle espigar entre ellos, sino también para asegurarse de que tuviera suficientes espigas sacando algunos de los tallos de cebada de sus gavillas y dejándolos caer en su camino para que pudiera recogerlos. Y ella no debía ser reprendida por hacerlo. De esta manera se aseguraba de que Noemí y Rut estarían bien provistas en los próximos meses sin que parecieran ser innecesariamente caritativas. Estaba demostrando que era consciente tanto de sus necesidades como de su orgullo y de sus sentimientos.

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