2 Timoteo 3:1

Uso cristiano del Antiguo Testamento.

Nos detenemos en la última epístola de Pablo a Timoteo con algo del mismo interés con el que uno se detiene en la última aldea del valle cultivado cuando más allá no hay nada más que páramo. Es el fin, o casi el fin, de nuestro conocimiento real del cristianismo primitivo; allí echamos nuestra última mirada distinta a nuestro alrededor; además, la bruma es espesa y pocos y distorsionados son los objetos que podemos discernir en medio de ella.

I. Pero esta última visión distinta está empañada por la tristeza. "En los últimos días vendrán tiempos peligrosos". Luego sigue una imagen de lo que serían los hombres, que en palabra y forma eran cristianos, pero de hecho llevaron la vida de los peores paganos. Pero el Apóstol confía en que Timoteo, en su propia generación, lucharía contra este mal, porque desde niño conocía esa revelación de Dios que es útil para enseñar la verdad y para eliminar el error, para corregir todo lo que andaba mal. y fomentando toda semilla de bien en nosotros, para el perfeccionamiento de los siervos de Dios en todas las buenas obras.

Este es el testimonio de San Pablo sobre la importancia de las Escrituras del Antiguo Testamento, cuando todavía las verdades del Evangelio de Cristo se conocían más por escuchar las enseñanzas del Apóstol que por las enseñanzas de sus palabras escritas.

II. La característica predominante del Antiguo Testamento es el asombro. En él vemos una cosa sobre todas las demás en las que se insiste, la adoración de Dios y el cumplimiento de su ley. Dios es exaltado en todas partes; mientras que la sabiduría, la gloria, el poder y la pretendida justicia del hombre, son todos humillados en el polvo a la vez. ¿No es esta la impresión que necesitamos para ir con sentimientos verdaderos y saludables a la cruz de Cristo? El Antiguo Testamento nos hace comprender que así como la ley de la fe exalta más la ley de las obras, la ley de las obras, por otra parte, no es menos la más alta y única exaltación verdadera de la ley de la fe en Cristo Jesús.

T. Arnold, Sermons, vol. VIP. 245.

Referencias: 2 Timoteo 3:1 . Expositor, primera serie, vol. x., pág. 365. 2 Timoteo 3:4 . G. Johnson, Christian World Pulpit, vol. xxxii., pág. 36. 2 Timoteo 3:4 .

HW Beecher, Ibíd., Vol. i., pág. 154; Preacher's Monthly, vol. v., pág. 193. 2 Timoteo 3:5 . Homilista, vol. v., pág. 131; JS Pearsall, Christian World Pulpit, vol. VIP. 193; JH Hitchens, Ibíd., Vol. xxvi., pág. 284; Revista del clérigo, vol. i., pág. 28; vol. iii., pág. 11. 2 Timoteo 3:10 .

HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xi., pág. 148. 2 Timoteo 3:13 . Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 103. 2 Timoteo 3:14 . Revista del clérigo, vol. iii., pág. 80. 2 Timoteo 3:14 ; 2 Timoteo 3:15 . Ibíd., Vol. ii., pág. 1.

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