Éxodo 18:17

Se pueden extraer varias lecciones del hecho de que Moisés se estaba desgastando por la aplicación indebida de los deberes de su oficio, y que al adoptar la sugerencia de Jetro y dividir el trabajo pudo ahorrarse y, no obstante, igualmente asegurar la administración de justicia.

I. Vemos la bondad de Dios en su trato con nuestra raza en el hecho de que el trabajo puede estar tan dividido que la fuerza del hombre no se sobrepasará, pero no se puede dividir de tal manera que se prescinda de la fuerza del hombre.

II. Es un principio suficientemente evidente en la debilidad del hombre que no puede entregarse incesantemente al trabajo, ya sea corporal o mental, sino que debe tener temporadas de reposo. Nos rehuimos ante el pensamiento y la mención del suicidio, pero hay otras formas de autodestrucción además de imponer las manos sobre la propia persona. Está el suicidio de la intemperancia; también está el suicidio del exceso de trabajo. Es tanto nuestro deber relajarnos cuando sentimos que nuestras fuerzas se sobrepasan, como perseverar mientras esa fuerza sea suficiente.

III. Dios, con tierna consideración, ha provisto intervalos de reposo, y así ha hecho que sea culpa del hombre si se hunde bajo un trabajo excesivo. ¡Qué hermosa ordenanza es la del día y la noche! ¡Qué graciosa cita es la del domingo 1! Cuando el día de reposo se gasta en los deberes que le corresponden, su influencia da una nueva ventaja a los embotados poderes humanos.

IV. Cada uno de nosotros tiende a estar absorto en las cosas mundanas. Está bien que algún Jetro, algún hombre rudo del desierto, tal vez alguna calamidad sorprendente, se acerque a nosotros con el mensaje: "Lo que haces no es bueno; ciertamente te desgastarás".

V. Por fin todos debemos desgastarnos, pero nuestro consuelo es que, aunque el hombre exterior perezca, el hombre interior se renovará día tras día.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1512.

Referencias: Éxodo 19:1 . WM Taylor, Moisés el legislador, pág. 182; Parker, vol. ii., pág. 147. Éxodo 19:1 . DJ Vaughan, Los días del hijo del hombre, pág. 197. 19 Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 202. 19, 20 Ibíd., Pág. 204.

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