Éxodo 25:21

Una característica principal y distintiva del culto judío era que ninguna imagen debía representar a Jehová, y sin embargo, a los judíos se les enseñó que el Dios omnipotente residía especialmente en el tabernáculo, o templo, de su nación, y que lo guardaban ritos y prohibiciones especiales, como si el gran Rey estaba realmente allí.

I. El Lugar Santísimo judío estaba vacío de cualquier imagen de la Deidad, y solo el sumo sacerdote entraba, y él solo una vez al año. El centro de interés de la habitación era el arca de Dios, un cofre de madera de acacia, de unos cuatro pies de largo y dos pies y seis pulgadas de ancho y profundidad. Contenía las tablas del testimonio, el acuerdo o pacto escrito entre Dios y el pueblo de Israel.

II. Eso no fue todo. La lección que se enseñó en el Sinaí no fue todo lo que enseñó el arca judía, porque el arca tenía una tapa o cubierta conocida como el "propiciatorio". Dentro del arca y abajo estaba la ley; arriba y sobre el arca estaba ese espacio vacío asociado, mediante el rociado de sangre, con la cobertura o el perdón de las transgresiones del pueblo; y con este asiento de misericordia y perdón arriba, en lugar de con el asiento de la ley abajo, se asoció la presencia de Dios. Los arreglos materiales enseñaron a los judíos grandes lecciones espirituales: (1) que la ley había sido quebrantada; (2) que la misericordia prevalece sobre la ley; (3) que el propiciatorio necesitaba ser rociado con sangre.

TM Herbert, Sketches of Sermons, pág. 98.

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