Mateo 13:51

I. La comparación es entre el padre de familia y los discípulos. Si entendieron estas pocas y aparentemente simples analogías que les había revelado, fueron instruidos en el reino de los cielos. Reflexione primero sobre la importancia para nosotros de esta declaración. Jesús no les había dado a estos hombres credos, en forma sistemática. No les había dado doctrinas, al sostener que debían ser modelos de la ortodoxia cristiana.

Les había contado algunas historias tomadas de la vida cotidiana y las ocupaciones familiares del agricultor y el pescador. Todo lo que hemos aprendido de algún valor ha sido por la más simple de las analogías por parábola, es decir y por el mismo camino que el más simple y menos aprendido de nuestra especie. Nuestro Señor mismo nos dice que el escriba instruido es el que domina estas pocas parábolas. Estos discípulos, entendiendo y viviendo de la verdad, estaban en la posición de dueños de tesoros. Pero, ¿por qué lo nuevo y lo viejo?

II. En primer lugar, toda verdad es necesariamente tanto vieja como nueva. Las verdades que Cristo enseñó eran solo verdades nuevas, porque los hombres del pecado y la negligencia las habían pasado por alto.

III. Una vez más, así como las cosas nuevas son en realidad viejas, las cosas viejas, las cosas del Espíritu de Dios nunca se vuelven obsoletas, toman nueva vida y se ven en nuevos desarrollos día a día.

IV. La experiencia de todo hombre es un tesoro de cosas nuevas y antiguas, de las que se le permite sacar provecho. El pasado es una posesión preciosa de todos nosotros. Hay una sabiduría del pasado que tendemos a subestimar porque es vieja, olvidando que la verdad no es ni vieja ni nueva. Ha habido verdad y falsedad en el antagonismo desde el principio. Cada día y hora luchan en nuestras almas como contendieron en nuestros primeros padres, y pasamos nuestras vidas, ahora conquistando, ahora siendo derrotados; y nuestra ayuda está en la verdad que no gira en torno al curso diurno de la tierra y no se ve afectada por el cambio terrenal.

A. Ainger, Sermones en la iglesia del templo, pág. 254.

Referencias: Mateo 13:51 . Parker, Vida interior de Cristo, vol. ii., pág. 272. Mateo 13:52 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. i., pág. 184; Ibíd., Vol. xxv., pág. 177; R. Thomas, Ibíd., Vol. ix., pág. 193; W.

Gladden, Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 15; Jueves Penny Pulpit, vol. ii., pág. 97; R. Lee, Sermones, pág. 451. Mateo 13:54 . H. Wonnacott, Christian World Pulpit, vol. xiv., pág. 46.

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