Números 23:9

El tema de la profecía es uno que ciertamente no debe descuidarse por completo. Si fuera solo por las muchas apelaciones que nuestro Señor y Sus apóstoles le hicieron, tendría un justo reclamo de nuestra atención.

I. Es una noción de profecía muy engañosa si la consideramos como una anticipación de la historia. La historia, en nuestro sentido común del término, está llena de naciones, tiempos, lugares, acciones e incluso personas particulares. Si, en este sentido, la profecía fuera una historia escrita de antemano, alteraría la condición misma de la humanidad, al alejarnos de nuestra incertidumbre sobre el futuro; nos familiarizaría con esos tiempos y sazones que el Padre ha puesto en Su propio poder.

II. Lo que la historia no hace y no puede hacer, esa profecía lo hace, y por eso mismo es muy diferente de la historia. La profecía fija nuestra atención en los principios, en el bien y el mal, en la verdad y la falsedad, en Dios y en Su enemigo. La profecía es la voz de Dios, que nos habla respetando el tema en todos los tiempos de esa gran lucha que es el interés real de la vida humana, la lucha entre el bien y el mal.

Acosados ​​como estamos por el mal dentro y fuera de nosotros, la pregunta natural y seria de la mente humana es: ¿Cuál será el fin al fin? Y la respuesta viene por profecía de que todo irá bien al fin, que llegará un tiempo en que el bien triunfará perfectamente.

III. Así, como en el texto, Balac, rey de los moabitas, pide al profeta Balaam que maldiga a Israel. Esta es la historia: por un lado había un pueblo; en el otro había otro. La mera historia no puede encontrar ninguna dificultad para determinar que el mayor bien para las generaciones no nacidas de la raza humana estuvo involucrado en la preservación de Israel. Es el bien y el mal comparativos que la historia puede discernir en las dos naciones lo que determina sus respectivos caracteres como representantes en ese momento y lugar de ese bien y mal real cuya contienda es el tema perdurable de la profecía.

T. Arnold, Sermons, vol. VIP. 333.

Referencia: Números 23:9 . J. Hamilton, Works, vol. v., págs. 281, 292; Preacher's Monthly, vol. v., pág. 232.

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