Y Balaam dijo a Balac: Constrúyeme aquí siete altares, y prepárame aquí siete bueyes y siete carneros, es decir, un animal de cada grupo para cada altar. Balaam presumió aquí de una demostración de autoridad que no poseía, y dedicó sus sacrificios a Jehová, aunque fueron ofrecidos en un lugar consagrado al aborrecible ídolo de los paganos. Aparentemente, su idea era ganar el favor del Señor mediante la rica ofrenda y hacer que permitiera la maldición de Israel.

Balac muestra una gran astucia al guiar a Balaam donde solo podía ver una pequeña parte de la gente, no fuera que la vista de toda la hueste intimidara al adivino y le impidiera pronunciar sus maldiciones.

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