Isaías 23:4

4 Avergüénzate, oh Sidón, fortaleza del mar, porque el mar ha dicho: “Nunca estuve con dolores de parto ni di a luz ni crié jóvenes ni hice crecer vírgenes”.

LA VOZ DEL MAR

"El mar ha hablado".

Isaías 23:4

Se pide a Zidon que se avergüence porque de repente se queda sin hijos, y esto para una mujer oriental fue una verdadera vergüenza. El profeta, personificando a Sidón como la Ciudad del Mar, describe el mar como un lamento. Es como si el mar recogiera la queja de Zidon por la destrucción de sus hijos y hablara en todas sus multitudinarias olas.

I. Con qué distintos tonos habla el mar. —A veces en el aliento musical de sus olas en la playa, o en el largo recorrido de los guijarros en la recesión de la ola que se retira, o en la tormenta creciente cuando las aguas levantan su voz, o en el rugido furioso de las poderosas olas lejos en el mar. Hablar en susurros y truenos; hablando consigo mismo y con Dios bajo el dosel de la noche. Las voces del mar no son las menos importantes entre las de la naturaleza. A veces nos parece un gran órgano en el que se representa cada nota de alegría, triunfo y angustia.

II. ¿Y qué dicen las olas salvajes? —Somos Suyos, porque Él nos hizo; somos dueños de Su dominio, porque Él solo pisó nuestras crestas; Su voz es como la voz de muchas aguas; Sus pensamientos son profundos como nuestro más profundo abismo; Su trono está detrás del mar de vidrio mezclado con fuego; Su menor palabra prevalece sobre nuestra furia más salvaje. Él vivirá cuando el mar deje de existir, y en Su hogar Sus hijos nunca temblarán ante nuestra ira de levadura, ni serán separados por una expansión revuelta.

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