EL VINO ES UN MOCKER

"Ellos también se han equivocado con el vino".

Isaías 28:7

Peco contra mí mismo cuando me rindo al poder del vino.

Me dices que no hay ninguna razón por la que deba convertirme en un borracho empedernido; que muchos de los que toman vino nunca degeneran en vasallos y prisioneros; para que lo encuentre un beneficio y no una plaga y una perdición. Pero tengo dos respuestas para volver a su argumento.

I. Uno de ellos es que los actos individuales de indulgencia se convierten en hábitos en grados imperceptibles. —Protesto que tengo miedo de manipular una bebida fuerte, no sea que me enrede en las mallas de su red antes de darme cuenta.

II. Pero mi segunda respuesta va más allá. —Una rendición solitaria al apetito, supongamos que nunca se repite, es indefendible e indigna. Es dejar escapar las riendas del autocontrol. Hay en él una cierta separación de la dignidad personal, una cierta pérdida del sentido de responsabilidad, una cierta degradación y descenso del nivel en el que debería estar. Un hombre siempre debe mantenerse en su mejor momento: claro, capaz, ingenioso.

Un hombre siempre debe estar completamente preparado para aprovechar cada oportunidad que se le presente. Pero si por su propio consentimiento sucede lo contrario en un instante de su vida, entonces en ese instante es culpable de pecado.

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