LA TRANQUILIDAD DE LA FE

"El que creyere, no se apresure".

Isaías 28:16

Nuestro día es uno en el que los hombres, enfáticamente, 'se apresuran'. La idea del texto es que si un hombre cree en Dios, y confía en Dios, y consiente en trabajar según las líneas que Dios ha establecido, se salvará de esa agitación mundana e inquieta de la mente que produce con tanta frecuencia. resultados tan calamitosos.

I. Nótese cómo, en asuntos temporales, se producirá este estado de cosas deseable. —Dejemos que un hombre crea plenamente en Dios como Uno que recompensa el trabajo fiel, aunque no considere oportuno recompensarlo de inmediato, y ese hombre se mantendrá alejado de los peligros a los que probablemente lo traicionaría una agitación mental inquieta e inestable. Puede darse el lujo de ser fuerte y paciente, porque sabe que la recompensa vendrá.

II. Pasa de los asuntos temporales a los espirituales. - (1) El hombre que 'cree' no tiene que correr impotente de aquí para allá, cuando le sobreviene una tensión, buscando principios que lo sostengan en la hora de la prueba. Tiene sus principios y están listos para usar. La agitación inquieta no es suya, porque su alma está centrada y mantenida en equilibrio. (2) El hombre que cree en un Dios vivo no estará lleno de aprensiones nerviosas sobre el futuro del cristianismo. Los hombres pueden romperse en pedazos contra la Roca de las Edades, pero la Roca misma nunca se moverá. "El que creyere, no se apresure".

—Prebendario Gordon Calthrop.

Ilustración

Este pasaje nos presenta lo que podría llamarse el poder de la fe que establece; su poder para impartir fuerza y ​​estabilidad a la mente; su poder para dar solidez de carácter, para mantener el alma tranquila en medio de todos los cambios del mundo. '

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