'No cedas a la tentación'

"Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas".

Proverbios 1:10

Hay dos fuentes principales de tentación que Salomón indica en estos capítulos, y que, cuando hemos despojado de la figura o las circunstancias accidentales de la edad y el tiempo, no son menos aplicables a nuestros días que a los suyos.

I. La primera es la sensualidad, resumida y resumida en ese cuadro repetido de "la mujer extraña que lisonjea con la lengua, que abandona la guía de su juventud y olvida el pacto de su Dios".

II. El otro es el de la compañía malvada. —Puede ver en el capítulo 2 que los dos se distinguen muy claramente y se ponen como las dos cosas de las que la sabiduría, la discreción y el entendimiento deben preservarlo.

—Dean Wickham.

Ilustración

El peligro es: "Si los pecadores te quisieren engañar". Hay engañadores y engaños, el cazador y su trampa. (1) Los entusiastas de la juventud pueden dividirse en dos grandes clases: los internos y los externos. Los pecadores que seducen desde dentro son los propios pensamientos y deseos del hombre; los pecadores que seducen desde fuera son semejantes que, habiéndose descarriado, están ocupados guiando a otros tras ellos. (2) Entre los atractivos podemos nombrar: ( a ) el teatro; ( b ) las costumbres de la sociedad que fomentan el uso de bebidas embriagantes.

La defensa prescrita es: "No consientas". Es una orden contundente y perentoria. Su método de defensa debe ser diferente del modo de ataque del adversario. Su fuerza radica en hacer aproximaciones graduales, la tuya en una resistencia repentina, resuelta, total.

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