Salmo 75:7

7 Pues Dios es el Juez: A este abate y a aquel exalta.

SALMO DEL DIVINO JUICIO

"Dios es el juez".

Salmo 75:7

Este salmo celebra el juicio de Dios en la historia, especialmente sobre los paganos. Se ha pensado que se refiere al derrocamiento de Senaquerib.

I. Primero, tenemos la voz nacional dando gracias por el juicio que está a punto de caer. —Su Nombre está cerca, no está lejos. "Una ayuda presente es Él".

II. Se escucha la voz del Todopoderoso proclamando Su intención de sostener al mundo aunque sus pilares se disuelvan y se inclinen ante su caída. -¡Oh! No pierdas el corazón. En el momento supremo, cuando el sólido marco de la sociedad y del mundo parece estar a punto de disolverse, se extiende una mano fuerte para agarrar los tambaleantes pilares y detener su caída.

III. La voz del salmista aumenta la tensión. —El orgulloso asirio había colocado su trono en las colinas del norte, atribuyendo su poder a su dios sol. Pero no, su poder se origina nada menos que en Dios. Ni el oriente, ni el meridiano, ni los rayos del sol occidentales le dan su poder. Todo se debe a Dios, quien lo usa por un tiempo para la prueba y el castigo de su pueblo. Y cuando se cumpla el propósito divino, le hará beber de la copa de su ira.

Aprendamos a detectar el movimiento de la Divina Providencia en el curso turbulento del gobierno humano, y creamos que el fin será la eliminación de la jactancia de los impíos y la exaltación de los justos.

Ilustración

Aquí hay una verdad eterna de la que no nos separamos: Dios debe odiar el pecado y ser enemigo del pecado para siempre. Porque es el Señor del amor, por tanto, debe ser fuego consumidor del mal; Dios está contra el mal, pero por nosotros; entonces, si pecamos, Él debe estar contra nosotros; al pecar nos identificamos con el mal, por lo tanto, debemos soportar el fuego consumidor. En esta era suave en la que vivimos, es bueno recurrir a los primeros principios de la verdad eterna.

Hemos llegado a pensar que la educación puede mantenerse mediante meras leyes del amor en lugar de la disciplina, y que el castigo público puede abolirse. Una vez que se haya deshecho de la idea del castigo público, gradualmente se irá deshaciendo también de la idea del pecado; ¿Dónde está escrito en la Palabra de Dios que la espada de su ministro ha de llevarse en vano? En este mundo de gemidos y angustias, díganos dónde ha dejado de actuar la ley que vincula el sufrimiento con el pecado.

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