S T. SEGUNDA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS TESALONICENSES.

Se cree que ESTA segunda epístola fue escrita en el transcurso de un año después de la primera, y aproximadamente veintiún años después de la ascensión de nuestro Salvador. La iglesia naciente, en ese momento bajo una profunda aflicción, necesitaba el doble apoyo de la fe y el consuelo. San Pablo abre la fuente de la vida en la excelencia de la doctrina, en la comunión del Espíritu y en el consuelo del amor, a la espera de la venida del Señor, que aquí se divide en dos períodos de tiempo distintos.

Primero, su advenimiento para castigar a los judíos, que persiguieron a la iglesia con malicia, como habían perseguido al Señor de la gloria, hasta que lo clavaron en la cruz. El segundo período se refiere a su venida para destruir al Hombre de Pecado; aquel inicuo, que se levantaría de la tierra, como las bestias que abandonan sus guaridas en la noche, cuando el imperio romano se derrumbara.

Así, por el Espíritu de profecía, el escritor sagrado levanta la cortina del futuro y deja el sol de la victoria y la corona resplandeciente en la nueva Sión, en la que el Señor había elegido morar.

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