Se fue, les asignó su trabajo y su puesto allí. En verdad, allí no se quemaba incienso ni se ofrecían sacrificios, porque los altares no estaban allí. Pero las oraciones de David estaban dirigidas como incienso, y el alzar sus manos como sacrificio vespertino. Tan temprano el culto espiritual se convirtió en ceremonial.

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