En la ciudad y en el campo: ya sean labradores o comerciantes, ya sea en la ciudad o en el campo, deben protegerse de los peligros de ambos y tener las comodidades de ambos. ¡Cuán constantemente debemos depender de Dios, tanto para la continuidad como para el consuelo de la vida! Lo necesitamos en todo momento: no podemos estar seguros, si él retira su protección, ni tranquilos, si suspende su sabor; pero si nos bendice, vaya donde queramos, nos va bien.

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