Estas tablas de piedra no fueron preparadas por Moisés, sino probablemente por el ministerio de los ángeles. Fueron escritas con el dedo de Dios, es decir, por su voluntad y poder inmediatamente, sin el uso de ningún instrumento. Fueron escritas en dos tablas, diseñadas para orientarnos en nuestro deber, hacia Dios y hacia el hombre. Y fueron llamados tablas del testimonio, porque esta ley escrita testificaba la voluntad de Dios acerca de ellos, y sería un testimonio contra ellos si eran desobedientes.

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