Como cuando Dios terminó esta tierra, que diseñó para habitación del hombre, hizo al hombre y le puso en posesión de ella; así que cuando Moisés hubo terminado el tabernáculo, que fue diseñado para la morada de Dios, lugar entre los hombres, Dios vino y tomó posesión de él. Con estas señales visibles de su venida entre ellos, testificó tanto la devolución de su favor, que habían perdido por el becerro de oro, como su graciosa aceptación de su cuidado y dolores en el tabernáculo.

Así, Dios se mostró complacido con lo que habían hecho y los recompensó abundantemente. Una nube cubrió la tienda: la misma nube que, como el carro o el pabellón de la Shejiná, había subido ante ellos desde Egipto, ahora se posó sobre el tabernáculo y se cernió sobre él, incluso en el día más caluroso y claro; porque no era ninguna de esas nubes que esparce el sol. Esta nube estaba destinada a ser una señal de la presencia de Dios, constantemente visible día y noche para todo Israel.

Una protección para el tabernáculo: lo habían protegido con una cubierta sobre otra, pero después de todo, la nube que lo cubría era su mejor guardia: y una guía para el campamento de Israel en su marcha por el desierto. Mientras la nube continuaba sobre el tabernáculo, reposaron; cuando se quitó, lo quitaron y lo siguieron, como si estuviera puramente bajo una conducta divina. Y la gloria del Señor llenó el tabernáculo - La Shejiná hizo ahora una entrada terrible en el tabernáculo, pasando por la parte exterior del mismo al lugar santísimo, y allí se sentó entre los querubines.

Fue a la luz y al fuego, y, no deberíamos saberlo de otra manera, que la Shejiná se hizo visible. Con éstos ahora estaba lleno el tabernáculo; sin embargo, como antes de la zarza, así ahora las cortinas no se consumieron, porque para los que han recibido la unción, la majestad de Dios no destruye. Sin embargo, ahora la luz era tan deslumbrante, y el fuego era tan terrible, que Moisés no pudo entrar en la tienda de reunión, a cuya puerta asistía, hasta que el esplendor disminuyó un poco y la gloria de la iglesia. Señor se retiró dentro del velo.

Pero lo que Moisés no pudo hacer, lo ha hecho nuestro Señor Jesús, a quien Dios hizo que se acercara y se acercara, y como precursor él es para nosotros, entró y nos invitó a venir con valentía incluso al propiciatorio. Pudo entrar en el lugar santo no hecho por manos; él mismo es el verdadero tabernáculo, lleno de la gloria de Dios, incluso con esa gracia y verdad divinas que fueron representadas por este fuego y esta luz. En él la Shejiná tomó su reposo para siempre, porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

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