Murió todo el ganado, todos los que estaban en el campo. La criatura está sujeta a la vanidad por el pecado del hombre, siendo responsable, según su capacidad, tanto de servir a su maldad como de participar en su castigo. Los egipcios adoraban a su ganado; entre ellos, los israelitas aprendieron a hacer de un becerro un dios; en que, por tanto, esta plaga se encuentra con ellos. Pero ninguno de los ganados de los israelitas murió. ¿Se ocupa Dios de los bueyes? Sí, lo hace, su providencia se extiende a la más humilde de sus criaturas.

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