Que suceda. Ora a Dios, que le plazca hacer su camino sencillo y claro ante él, mediante la concurrencia de circunstancias minuciosas a su favor. Es el consuelo, así como la creencia, de un buen hombre, de que la providencia de Dios se extiende a los sucesos más pequeños y sirve admirablemente a sus propios propósitos con ellos. Y es nuestra sabiduría, en todos nuestros asuntos, seguir la providencia. Sí, es muy deseable, y aquello por lo que podemos orar legítimamente, mientras que, en general, ponemos la voluntad de Dios ante nosotros como nuestra regla, que él, con indicios de la providencia, nos dirija en el camino de nuestro deber, y danos indicaciones de lo que es su mente. Así guía a su pueblo con sus ojos y lo conduce por un camino llano.

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