Ciudad de las palmeras, es decir, Jericó. No la ciudad que fue demolida, sino el territorio que le pertenece. Allí fijó su campamento, por la fertilidad de ese suelo, y por su proximidad al paso sobre el Jordán, que era muy cómodo tanto por la conjunción de sus propias fuerzas que estaban a ambos lados del Jordán; para evitar la conjunción de los israelitas en Canaán con sus hermanos al otro lado del Jordán; y asegurar su retirada a su propio país.

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