C. Contingencia

TEXTO: Ester 4:10-12

10

Entonces Ester habló a Hatac y le dio un mensaje a Mardoqueo, diciendo:

11

Sepan todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, que cualquiera que, hombre o mujer, se acerca al rey al atrio interior sin ser llamado, una sola ley tiene para él, que sea puesto a muerte, excepto aquellos a quienes el rey extenderá el cetro de oro, para que vivan; mas yo no he sido llamado para venir al rey en estos treinta días.

12

Y contaron a Mardoqueo las palabras de Ester.

Versión en inglés de hoy, Ester 4:10-12

y Ester le dio este mensaje para que se lo llevara a Mardoqueo: Si alguno, hombre o mujer, va al patio interior y ve al rey sin ser llamado, esa persona debe morir. Esa es la ley; todos, desde los consejeros del rey hasta la gente de las provincias, lo saben. Solo hay una forma de eludir esta ley: si el rey tiende su cetro de oro a alguien, entonces se salva la vida de esa persona. Pero ha pasado un mes desde que el rey envió por mí.

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Ester 4:10-12 La primera reacción de Ester fue recordarle a Mardoqueo la conocida ley de los monarcas persas acerca de acercarse a su presencia sin el permiso personal del emperador para hacerlo. ¡No solo era ampliamente conocido sino ampliamente respetado! La ley era que cualquiera, sea hombre o mujer, vendría al rey.

quien no es llamado. será condenado a muerte, excepto aquellos a quienes el rey extienda el cetro de oro. Heródoto confirmó la existencia de tal ley pero escribió que había seis personas a las que no se aplicaba la ley (III. 84. 118). En los bajorrelieves y otras inscripciones de las ruinas persas de Persépolis, siempre se representa al emperador persa con un cetro ( sharbith en hebreo, que significa vara, bastón o garrote ) en la mano.

El propósito de esta ley probablemente era proteger al emperador del asesinato y de las audiencias triviales e insulsas con todos los persas que pudieran tener un hacha para moler. Sea como fuere, la ley surtió el efecto deseado; inspiraba miedo de acercarse al monarca a menos que el propio monarca lo ordenara. La preocupación inmediata de Esther fue el temor por su vida. No es hasta la dura reprensión de Mardoqueo que Ester comienza a considerar las consecuencias de optar por su propia seguridad personal.

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