El siguiente comentario cubre los capítulos 10, 11 y 12.

Las faltas de Salomón no se relatan aquí por razones que ya hemos señalado; pero la historia de Roboam nos muestra la caída inmediata del poder real que Dios había establecido. La locura del rey lo ocasionó, pero fue solo el cumplimiento de la palabra del Señor por medio de Ahías.

Se impidió la guerra que comenzó Roboam contra las tribus sublevadas. Roboam se somete a la prohibición del hombre de Dios. Es bendito y se fortalece en Judá. Los levitas se dirigieron a Jerusalén, así como un gran número de fieles, que no abandonarían la verdadera adoración de Jehová para inclinarse ante los becerros de oro, a los que se había unido Su nombre. Así se fortaleció Judá; porque durante tres años anduvo el rey en los caminos de David y de Salomón.

Pero pronto abandonó la ley de Jehová y, seguro contra el Israel rebelde, es castigado por enemigos inesperados, y todas las riquezas amasadas por Salomón caen en sus manos. No obstante, se humilló a sí mismo, y la ira de Jehová se apartó de él.

En la historia que estamos a punto de considerar encontraremos los caminos de Dios más inmediatos y directos con aquellos que estaban en relación directa y declarada con Él, según Su gracia hacia David, y en relación con la casa que había sido dedicada a Su nombre. Cuando sus reyes fueron fieles, todo salió bien.

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