El siguiente comentario cubre los Capítulos 22 y 23.

Obsérvese qué gracia suscitó a Ezequías y Josías, ambos nacidos de padres entregados a la idolatría, y seguidos de hijos igualmente abandonados a ella. Pero la gracia soberana de Dios hacia Israel volvió a suscitar este testimonio, y manifestó que Él siempre estaba dispuesto a bendecir, incluso si Israel rehusaba ser bendecido y prefería su propia ruina. Sin Dios, ¿qué es el corazón del hombre? En todo esto quedó plenamente demostrada la paciencia del gobierno de Dios; porque, bajo Ezequías, aún existían muchas cosas que escapaban a la vista y al juicio del rey, por falta de vigilancia en el temor del Señor.

Lo que distinguió a Josías fue su cuidado en observar la ley de Moisés, cuyo libro había sido descubierto en el templo; la confianza en Jehová había caracterizado a Ezequías; y en estas características respectivas ambos son inigualables en cuanto a su andar.

El reino de Asiria estaba en decadencia y Josías ejerce su poder real en toda la extensión del país. Se cumple la amenaza dirigida a Jeroboam de antaño. Todos los lugares altos de Israel serán destruidos. Tal vez el corazón de Josías se elevó. Sea como fuere, Dios cumplió su promesa, y lo apartó del mal, cuyo terrible cumplimiento se precipitaba; porque, cualquiera que fuera la sinceridad de la piedad de Josías, todos los corazones estaban corrompidos. Compárese con esto 2 Crónicas 30:17 , etc.-el relato de lo que sucedió mucho antes de su reinado.

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