Job 21:1-34

1 Entonces respondió Job y dijo:

2 — Escuchen atentamente mis palabras; sea esto su consolación.

3 Sopórtenme, y yo hablaré; y después de que yo haya hablado, búrlense.

4 »¿Acaso me quejo ante algún hombre? ¿Por qué no se ha de impacientar mi espíritu?

5 Vuelvan la cara hacia mí y horrorícense; pongan la mano sobre la boca.

6 Aun cuando recuerdo, me espanto; y el estremecimiento se apodera de mi carne.

7 »¿Por qué viven los impíos y se envejecen, y además crecen en riquezas?

8 Sus descendientes se establecen delante de ellos; sus vástagos permanecen ante sus ojos.

9 Sus casas están libres de temor, y sobre ellos no está el azote de Dios.

10 Su toro fecunda sin fallar; sus vacas paren y no pierden crías.

11 Sus pequeños salen como si fueran manada; sus niños van danzando.

12 Cantan al son del tamboril y del arpa; se regocijan al son de la flauta.

13 Pasan sus días en la prosperidad, y con tranquilidad descienden al Seol.

14 Luego dicen a Dios: “¡Apártate de nosotros! No queremos el conocimiento de tus caminos.

15 ¿Quién es el Todopoderoso para que le sirvamos? ¿De qué nos aprovechará que oremos ante él?”.

16 He aquí que la prosperidad de ellos no está en sus propias manos. ¡Lejos esté de mí el consejo de los impíos!

17 »¿Cuántas veces es apagada la lámpara de los impíos, o viene sobre ellos la calamidad, o Dios en su ira les reparte destrucción?

18 Son como la paja ante el viento, o como el tamo que arrebata el huracán.

19 »¿Acumulará Dios castigo para sus hijos? ¡Séale dada a él retribución para que aprenda!

20 ¡Que sus propios ojos vean su ruina, y beba de la ira del Todopoderoso!

21 Porque, ¿qué deleite tendrá él en su familia después de morir, cuando el número de sus meses ha llegado a su fin?

22 ¿Acaso se le enseñará sabiduría a Dios, siendo que él es quien juzga aun a los que están en lo alto?

23 »Uno muere en pleno vigor, estando del todo confiado y tranquilo,

24 con sus lomos llenos de gordura y sus huesos repletos de tuétano.

25 Y otro muere con el alma amargada sin haber comido jamás con gusto.

26 Pero ambos yacen en el polvo, y los gusanos los cubren.

27 »He aquí, yo conozco los pensamientos de ustedes y las intrigas que hacen contra mí.

28 Porque dicen: “¿Dónde está la casa del noble? ¿Dónde está la morada que cobijaba a los impíos?”.

29 ¿No han preguntado a los que pasan por el camino? ¿No han reconocido sus indicaciones

30 de que el malo es preservado en el día de la calamidad y que será conducido en el día de la ira?

31 ¿Quién le denuncia su camino ante su misma cara? ¿Quién le da su merecido por lo que ha hecho?

32 Pero él será conducido al sepulcro, y sobre su túmulo se hará vigilancia.

33 Los terrones del valle le serán dulces; detrás de él será arrastrado todo hombre, y delante de él los habrá innumerables.

34 ¿Cómo, pues, me consuelan con palabras huecas? De las respuestas de ustedes solo queda el engaño.

El siguiente comentario cubre los Capítulos 4 al 31.

En cuanto a los amigos de Job, no requieren comentarios extensos. Instan a la doctrina de que el gobierno terrenal de Dios es una medida y manifestación plena de Su justicia y de la justicia del hombre, que se correspondería con ella: una doctrina que prueba una total ignorancia de lo que es la justicia de Dios y de Sus caminos; así como la ausencia de todo conocimiento real de lo que es Dios, o el hombre como pecador.

Tampoco vemos que los sentimientos de sus corazones estuvieran influenciados por la comunión con Dios. Su argumento es una estimación falsa y fría de la justicia exacta de Su gobierno como una manifestación adecuada de Su relación con el hombre, aunque dicen muchas cosas verdaderas y comunes que incluso el Espíritu de Dios adopta como justas. Aunque Job no estaba delante de Dios en su estimación de sí mismo, juzga correctamente en estos aspectos.

Él muestra que aunque Dios muestra su desaprobación de los malvados, sin embargo, las circunstancias en las que a menudo se encuentran derriban los argumentos de sus amigos. Vemos en Job un corazón que, aunque rebelde, depende de Dios y se regocijaría al encontrarlo. Vemos, también, que cuando puede desembarazarse, con unas pocas palabras, de sus amigos, los cuales, es bastante sensato, no entienden nada de su caso, ni de los tratos de Dios, se vuelve a Dios (aunque no lo hace). encontrarlo, y aunque se queja de que Su mano es pesada sobre él), como en ese hermoso y conmovedor capítulo 23, y los razonamientos en cuanto al gobierno divino, Capítulo s 24, 21.

Es decir, vemos a alguien que ha gustado que Dios es misericordioso, cuyo corazón, verdaderamente herido e indómito, sin embargo reclama esas cualidades para Dios, porque lo conoce, que los fríos razonamientos de sus amigos no podrían atribuirle; un corazón que se queja amargamente de Dios, pero que sabe que, si pudiera acercarse a Él una vez, lo encontraría tal como había declarado que era, y no como ellos habían declarado que era o eran ellos mismos; encontrarlo, no sería como ellos, pondría palabras en su boca; un corazón que repelió con indignación la acusación de hipocresía; porque Job estaba consciente de que miraba a Dios, y que había conocido a Dios y actuado con referencia a Él, aunque Dios consideró apropiado recordar su pecado.

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