Introducción a Mateo

Consideremos ahora el Evangelio de Mateo. Este Evangelio nos presenta a Cristo en el carácter de Hijo de David y de Abraham, es decir, en relación con las promesas hechas a Israel, pero lo presenta además como Emanuel, Jehová el Salvador, porque así lo era Cristo. Es Él quien, siendo recibido, debería haber cumplido las promesas (y así lo hará en adelante) en favor de este amado pueblo.

Este Evangelio es, en efecto, la historia de su rechazo por el pueblo y, en consecuencia, la de la condenación del mismo pueblo, en cuanto a su responsabilidad (pues los consejos de Dios no pueden fallar), y la sustitución de lo que Dios iba a traer de acuerdo a Su propósito.

En la medida en que el carácter del Rey y del reino se desarrolla y despierta la atención de los líderes del pueblo, éstos se oponen y se privan a sí mismos, así como al pueblo que los sigue, de todas las bendiciones relacionadas con el presencia del Mesías. El Señor les declara las consecuencias de esto, y muestra a Sus discípulos la posición del reino que debe establecerse en la tierra después de Su rechazo, y también las glorias que deben resultar de él para Él y para Su pueblo con Él.

Y en Su Persona, y en cuanto a Su obra, el fundamento de la asamblea también se revela, la iglesia como edificada por Él mismo. En una palabra, como consecuencia de su rechazo por parte de Israel, primero se revela el reino tal como existe ahora (capítulo 13), luego la iglesia (capítulo 16) y luego el reino en la gloria (capítulo 17).

Finalmente, después de su resurrección, se da una nueva comisión, dirigida a todas las naciones, a los apóstoles enviados por Jesús resucitado. [ Ver Nota #1 ]

Nota 1:

Esto fue de la resurrección en Galilea; no del cielo y de la gloria, que estaba cerca de Damasco.

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