El siguiente comentario cubre los capítulos 34, 35 y 36.

Finalmente, Dios cuida de Su pueblo en todos los aspectos; Marca los límites del país que iban a disfrutar. Él establece la toma de posesión, la parte de Sus siervos, los levitas, que no debían tener ninguna herencia.

Seis de sus ciudades iban a ser refugios para los que sin querer habían cometido asesinato; un tipo precioso de los tratos de Dios con Israel, quienes, en su ignorancia, mataron a Cristo. En este sentido, Dios los juzga inocentes. Son culpables de sangre que no pudieron soportar, pero culpables en su ignorancia, como el mismo Saúl, que es una figura notable, como alguien nacido fuera de tiempo (ektroma, 1 Corintios 15:8 ), de esta misma posición.

Sin embargo, tal homicida queda fuera de su poder hasta la muerte del sacerdote que vivía en esos días. Y así será con respecto a Israel. Mientras Cristo retenga Su sacerdocio real arriba, Israel permanecerá fuera de su posesión, pero bajo la protección de Dios. Los siervos de Dios, al menos, que no tienen herencia, les sirven de refugio, comprenden su posición y los reconocen bajo la protección de Dios.

Cuando este sacerdocio de lo alto, tal como es ahora, termine, Israel volverá a su posesión. Si lo hicieran antes, sería pasar por alto la sangre de Cristo, como si el derramamiento de ella no importara, y la tierra sería profanada por ello. Ahora bien, la posición actual de Cristo es siempre un testimonio de este rechazo y de su muerte en medio del pueblo. Dios mantiene la herencia, sin embargo, como Él la ha designado (cap. 36).

Esta última parte, pues, del libro presenta, no el paso mismo por el desierto, sino la relación entre esa posición, y la posesión de las promesas y del resto que sigue. Es en los llanos de Moab donde Moisés dio testimonio, y un testimonio verdadero, de la perversidad del pueblo; pero donde Dios los justificó, mostrando Sus consejos de gracia, al ponerse de su parte contra el enemigo, sin siquiera que ellos lo supieran, y persiguieron todos los designios de Su gracia y de Su propósito determinado para el establecimiento completo de Su pueblo en la tierra que Él había les prometió. ¡Bendito sea su nombre! ¡Felices somos cuando se nos permite estudiar Sus caminos!

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