Aquí termina esta parte del libro. El campamento, arreglado según el orden de Dios, se pone bajo Su bendición. [1] Entonces los príncipes del pueblo ofrecen una ofrenda voluntaria a Jehová, para el servicio del santuario y la dedicación del altar conforme al número de las tribus. Esto se hizo con un entendimiento común, cada uno ofreciendo lo mismo, y en cuanto a los carros; conjuntamente no el servicio del santuario, sino la devoción unida y las ofrendas voluntarias del pueblo para el servicio y la consagración del altar cuando el pueblo viniera a Dios.

Se hizo en tribus; eran los dones de Israel en la unidad finitamente perfecta de los doce, sin faltar ninguno en la unidad ordenada, y como un todo como esa totalidad estaba delante de Dios en ese día. Luego tenemos la forma de las comunicaciones de Jehová a Moisés para instruirlo en el camino. Vemos que está en el tabernáculo de entre los querubines. Ya no es una ley para el pueblo del Sinaí, un pacto, sino la regulación de un pueblo en relación con Dios.

Nota 1

Nótese que los capítulos 5 y 6 dan la limpieza del campamento en todos los sentidos de la impureza y el mal, y la consagración del nazareo a Dios, y la bendición. Luego viene la ofrenda voluntaria. Pureza del campamento y separación personal a Dios-santidad en su doble carácter, limpieza negativa y consagración positiva a Dios. Luego la ofrenda voluntaria. La puesta del nombre sigue a la limpieza y consagración.

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