27. Y murmurabas en tus tiendas. En otra parte dice que también lloraron; aquí solo habla de sus murmullos, lo que mejor se adaptaba a su reproche. Luego les recuerda cuán malignos habían sido su ingratitud y perversidad al reprender a Dios a causa de la bendición especial que les había conferido, como si les hubiera hecho una herida grave. No podría haberles ofrecido una prueba más manifiesta de su amor paterno hacia ellos que por su liberación. Lo más inicuo, por lo tanto, es su modo de pagarle, a saber, quejándose de que habían sido criados cruelmente para morir, y construyendo en el odio su gran amor. Está claro en el siguiente versículo que, aunque Moisés no relaciona los detalles en su orden correcto, todavía no hay contradicción en sus palabras. Un poco antes, parecía haber elogiado sin reservas a los espías, como si hubieran realizado su oficio de manera honesta y fiel, pero ahora, por el lenguaje de la gente, muestra que fueron los autores de la revuelta, en la medida en que ellos inertes, por el terror que inspiraron, a quienes deberían haber alentado.

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