1. Por lo tanto, amarás al Señor tu Dios. Todo el discurso tiene este alcance, que las personas deben testificar su gratitud por su obediencia, y así ser seducidos por las recompensas de Dios, deben abrazar su Ley con reverencia. También por este motivo, les exige que amen a Dios, antes de exhortarlos a obedecer la Ley misma. Porque, aunque podría haberlos ordenado imperiosa y amenazantemente, prefirió guiarlos suavemente a la obediencia, presentando ante ellos la dulzura de su gracia. En resumen, les exhorta a que, siendo invitados por el amor de Dios, ellos deberían amarlo a cambio. Mientras tanto, es bueno observar que el afecto libre es el fundamento y el comienzo de obedecer debidamente la Ley, ya que lo que surge de la restricción o el miedo servil no puede agradar a Dios. Él designa los preceptos de la Ley con varios nombres, para que puedan aplicarse celosamente y con atención para escuchar a Dios, quien no ha omitido nada calculado para regular su vida; porque, por esta variedad de palabras, significa que Dios había enseñado familiar y perfectamente todo lo que se requería. En cuanto a las tres últimas palabras, "sus estatutos, y juicios y mandamientos", a lo que he observado en Génesis y en los Salmos se puede referir. La palabra משמות, (254) meshamroth, o guardias, (custodiae), que aquí se destaca primero, se pronuncia en elogio de la Ley sobre esta base, que valla en nuestra vida, por así decirlo, con rieles, para que no esté expuesto a errores en la mano derecha y en la izquierda. Al final del verso, los exhorta a la perseverancia, porque no era posible que cesara el recuerdo de su liberación.

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