7. Si hay entre ustedes un hombre pobre Se usa la misma palabra אביון, ebyon, que hemos visto justo arriba, versículo 4; ni hay ninguna contradicción cuando les ordena que alivien a los mendigos, a quienes antes había prohibido que existieran entre su pueblo; porque el objeto de la prohibición era que si alguno se redujera a mendicidad, no deberían ser expulsados ​​y abandonados. Ahora, sin embargo, explica el modo de evitar esto, a saber, que las manos de los ricos deben estar abiertas para ayudarlos. Con el fin de inclinarlos hacia la compasión, nuevamente les recuerda su hermandad común, y les presenta, como muestra y promesa, la tierra en la que, por la bondad de Dios, habitan juntos. Una vez más, para que puedan ser dispuestos y rápidos en su humanidad, les prohíbe endurecer su corazón, lo que significa que la avaricia siempre es cruel. Finalmente, aplica estas instrucciones al año de la liberación, a saber, que deben aliviar de inmediato a sus hermanos pobres hacia el comienzo de ese año, como si recibieran en unos días el dinero que el pobre retendría para su final.

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