1. Todos los mandamientos. Aunque el primer verso podría haberse incluido entre las promesas, según lo cual, como veremos más adelante, Moisés ratificó la Ley, porque aquí exhorta e incita a los israelitas a obedecer proponiéndoles la esperanza de recompensa; aun así me pareció que podría insertarlo aquí convenientemente, ya que el diseño de Moisés era simplemente esto, para atraerlos por la dulzura de la herencia prometida para recibir las doctrinas de la Ley. Esta oración, entonces, puede contarse justamente entre aquellos en los que sus mentes estaban preparadas para someterse a Dios con la gentileza y la docilidad que se convirtieron en ellas; como si hubiera dicho, porque la tierra de Canaán ahora no está lejos de ti, su cercanía debería alentarte a tomar el yugo de Dios con más alegría; porque el mismo Dios, que hoy te declara su ley, te invita al disfrute de esa tierra, que prometió con juramento a tus padres. Y ciertamente es evidente a partir de esta última cláusula del versículo, que Moisés no les prometió simplemente una recompensa si debían guardar la ley; sino que les presentó el favor previo, con el cual Dios los había impedido gratuitamente, para que ellos, por su parte, se mostraran agradecidos por ello, Moisés llama a los mandamientos suyos, no (como ya hemos visto) porque los había inventado él mismo, pero porque los transmitió fielmente del dictado de la propia boca de Dios. Y esto también podemos recogerlo más completamente del siguiente versículo, en el que relata las misericordias del tiempo pasado, y al mismo tiempo llama a su recuerdo por cuántas pruebas Dios les había ordenado, para formarlos y acostumbrarlos a la obediencia. En primer lugar, les pide que recuerden en general los tratos de Dios, que habían visto durante cuarenta años, y luego desciende a detalles, a saber, que Dios les había demostrado por aflicciones, "saber lo que había en su corazón"; pues así se pueden parafrasear las expresiones, "humillarte y probarte, saber lo que hay en tu corazón"; en qué palabras los amonesta, que fueron dolorosamente probados por muchos problemas y dificultades no sin muy buena razón, a saber, porque necesitaban tal juicio. Sin embargo, al mismo tiempo, indirectamente reprende su obstinación, que luego se detectó; ya que de lo contrario, si todas las cosas hubiesen ido con éxito, les habría sido fácil fingir un gran temor a Dios, aunque, como se descubrió realmente, en realidad no existía.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad