19. Y Moisés dijo: No permitas que nadie. Moisés aquí cuenta que, cuando les ordenó a todos que no tomaran más que suficiente para su comida diaria, y que reunieran una doble porción el día antes del sábado, algunos fueron desobedientes en ambos puntos. En cuanto a lo primero, dado que Dios les proporcionaría su comida tal como se les da el pecho a los bebés, era una señal de incredulidad perversa que no dependerían de la providencia de Dios, sino que buscaban una provisión que les durara muchos días. También fue una prueba de su obstinación de que no darían crédito a ninguna advertencia hasta que la experiencia les convenciera de que no depositaron en sus casas nada más que una masa de corrupción; porque no fueron inducidos a dejar su avaricia insaciable hasta que recibieran su justo castigo. Ahora, aunque el caso del maná y la comida de nuestro alimento ordinario no lo es; completamente similar, sin embargo, la comparación es válida hasta cierto punto, ya que hasta ahora es legal mantener nuestro maíz y vino guardados en graneros y bodegas, ya que todos deberían pedir verdaderamente su pan de Dios diario. Y esto será, si los ricos no tragan con avidez cualquier cosa que puedan juntar; si no raspan avariciosamente aquí y allá; si no se atiborran del hambre de los pobres; si no lo hacen, en lo que respecta a las mentiras, retener la bendición de Dios; en una palabra, si no acumulan inmoderadamente grandes posesiones, pero: son liberales de su abundancia actual, no están demasiado ansiosos por el futuro, y no están preocupados, si es necesario, de que su riqueza sufra disminución; no, si están listos para soportar la pobreza, y no se gloríen en su abundancia, sino que descansen en la generosidad paterna de Dios. Y seguramente a menudo vemos que lo que los avaros acumulan por robo, rapiña, fraude, crueldad, engaño o maldad, a menudo se convierte en corrupción. Cuando agrega que, después de que vieron que su ardor intemperante no les aprovechaba nada, se sometieron a la orden, él implica que su obediencia no fue voluntaria, sino que les fue extorsionada, porque los tontos nunca son sabios, excepto después de la adversidad. (184) El derretimiento del maná cuando el sol se puso caliente fue un estímulo para corregir su ociosidad o pereza; porque si el maná hubiera permanecido entero durante todo el día, no habrían estado tan decididos a cumplir con su deber. Por lo tanto, al darles solo un corto tiempo para su recolección, Dios los instó a la diligencia.

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