22. Y sucedió el sexto día. La violación del sábado aún no se cuenta, pero solo se expone la estupidez o la densa ignorancia de sus gobernantes, ya que aunque habían escuchado por boca de Moisés que Dios en ese día daría lo que sería suficiente para la provisión de dos días. , todavía se maravillan y se lo cuentan a Moisés como si fuera algo extraño e increíble. Es bastante claro que obedecieron la orden y no perdonaron su trabajo en reunir la doble cantidad; pero su incredulidad y necedad se traicionan en su asombro cuando ven que Dios realmente ha cumplido lo que prometió. Podemos conjeturar que observaron con precisión lo que despertó en ellos tanto asombro; de modo que se deduce que se negaron a dar crédito a la palabra de Dios hasta que su verdad se demostrara efectivamente. Sucedió, entonces, en la admirable sabiduría de Dios, que sus perversas y perversas dudas sirvieron tanto para la confirmación del milagro como para la observación del sábado. Por lo tanto, nuevamente se le dio a Moisés la oportunidad de imponerles lo que, de lo contrario, tal vez hubieran descuidado, a saber, que debían honrar el séptimo día con un descanso sagrado.

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