1. E hizo el altar del holocausto. El significado de este capítulo es el mismo que el del último, excepto que el orden de algunas partes del mismo se transpone, aunque no se cambia una palabra. Comienza con el altar del holocausto, que afirma haber sido hecho de los materiales y la forma prescrita por Dios, para que la gente pueda ofrecer allí con mayor seguridad sus sacrificios por la expiación del pecado y por acción de gracias. Una cosa que no se había mencionado antes, se agrega aquí respetando la fuente de latón, o caldero (concha) de donde tomaron el agua de la aspersión para expiación, a saber, que esta fuente estaba adornada con los espejos de las mujeres. Algunos explican esto, (298) que el recipiente era tan brillante que podría descubrirse fácilmente en todos los lados si había algún acto escandaloso, desenfrenado o indirecto comprometido; porque sabemos que los hombres impuros e impíos a veces ocultan sus iniquidades al amparo de la religión, aun cuando así sea; Está escrito que las mujeres que frecuentaban el tabernáculo para los ejercicios religiosos fueron contaminadas por los hijos de Elí, los sacerdotes. (1 Samuel 2:22.) Pero hay otra conjetura igualmente probable, que estos espejos fueron dedicados por mujeres santas para el adorno del Templo y para propósitos sagrados; porque, aunque a las mujeres les gustan demasiado los adornos exteriores y las galas, siempre les han gustado mucho los espejos, tanto con el fin de pintarse las mejillas como de arreglarse el cabello, de modo que ningún cabello quede fuera de lugar. Por lo tanto, Isaías (Isaías 3:23) enumera los espejos entre los lujos (299) del mundo femenino. Algunos, entonces, piensan que las mujeres, al dedicarse al servicio de Dios, dejaron de lado esta vanidad y consagraron sus espejos en testimonio de su arrepentimiento. Sin embargo, podría haber sido que, entre los otros regalos antes mencionados, también ofrecían espejos, que estaban montados como relieves en esta fuente de bronce. Otros suponen que eran esculturas en las que se representaban los retratos de mujeres, como si se vieran en espejos. La noción más simple es la que más apruebo, que eran ofrendas votivas, con las cuales las mujeres piadosas habían deseado decorar el santuario, y que habían sido aplicadas a este uso por el consejo de los artífices; porque no habla generalmente de todas las mujeres, sino de aquellas que guerrearon o se reunieron por tropas a la puerta del tabernáculo; para traductores (300) explique esta palabra צבא, tzaba, tanto en este pasaje como en el de Samuel que acabo de citar. También se aplica a los levitas, a quienes se dice (301) "para hacer la guerra" del santuario, mientras realizan su trabajo designado. (Números 4:3.) De hecho, esta metáfora de ninguna manera es inadecuada para la observación y las oraciones de larga duración. La suma es que la fuente fue fundida con sus materiales o, como supongo, en relieve con estos espejos, para que sea más espléndido.

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