31. Y el lino y la cebada. Él relata la calamidad que el granizo infligió; y muestra que una parte de los frutos de la tierra fue destruida, a saber, lo que ya se había convertido en tallo; pero que las semillas que crecen más lentamente se salvaron. Porque Dios deseaba dar un remanente de esperanza, que podría invitar al rey y a su pueblo al arrepentimiento, si solo su maldad fuera curable.

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