29. Dios se acordó de Abraham. Aunque Moisés no afirma que se le haya dado a conocer la liberación del sobrino de Abraham; sin embargo, como él dice que Lot fue salvado de la destrucción por el bien de Abraham, es probable que no haya sido privado de ese consuelo que más necesitaba; y que él era consciente del beneficio, por lo que se convirtió en él para agradecer. Si a alguien le parece absurdo, que el hombre santo Lot sea otorgado por el bien de otro; como si el Señor no respetara su propia piedad: respondo, estas dos cosas están bien de acuerdo entre sí; que el Señor, como solía ayudar a su propio pueblo, cuidaba a Lot, a quien había elegido y a quien gobernaba con su Espíritu; y, sin embargo, al mismo tiempo, él mostraría, en la preservación de su vida, cuánto amaba a Abraham, a quien no solo le otorgó protección personal, sino también la liberación de los demás. Sin embargo, es correcto observar que lo que el Señor hace gratuitamente, inducido por otra causa que no sea su propia bondad, se atribuye a la piedad o las oraciones de los hombres, por esta razón; para que seamos animados a adorar a Dios y a rezarle. Hemos visto, un poco antes, cuán misericordioso demostró ser Dios, al preservar a Lot; y verdaderamente, él no habría perecido, incluso si no hubiera sido el sobrino de Abraham. Sin embargo, Moisés dice que fue un favor otorgado a Abraham, que Lot no fue consumido en la misma destrucción con Sodoma. Pero si el Señor extendió el favor que le había otorgado a su siervo, también al sobrino, que ahora era un extraño de su familia; ¿Cuánto más confiadamente debería esperar cada uno de los fieles, que la misma gracia, de ninguna manera le faltará a su propio hogar? Y, si nuestro Señor, cuando nos favorece, abraza a otros que también están conectados con nosotros, por nuestro bien, ¿cuánto más tendrá respeto por nosotros mismos? Al decir que Lot vivía en esas ciudades, se usa la figura sinécdoque, que pone el todo por una parte, pero se emplea expresamente para hacer que el milagro sea más ilustre; porque sucedió, solo por la singular providencia de Dios, que cuando cinco ciudades fueron destruidas, una sola persona debería escapar.

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