13. Cuando Dios me hizo vagar (430) Dado que el verbo está en plural aquí, interpreto libremente el pasaje como refiriéndose a los ángeles que guiaron a Abraham en sus diversas vagancias. Algunos, con demasiada sutileza, infieren de esto una Trinidad de Personas, como si estuviera escrito: Los dioses me hicieron vagar. Concedo, de hecho, que el sustantivo אלהים (Elohim) a menudo se interpreta como Dios en las Escrituras; pero luego el verbo con el que está conectado es siempre singular. Dondequiera que se añada un verbo en plural, entonces significa ángeles o príncipes. (431) Hay quienes piensan que Abraham, al hablar con alguien que no estaba debidamente instruido, habló así en conformidad con la costumbre común de los paganos; pero, en mi opinión, están muy equivocados. ¿Con qué propósito erigió altares, manifestando así que estaba dedicado al servicio del único Dios verdadero, si luego era lícito para él negar con palabras al mismo Dios a quien había adorado? Sobre este tema ya hemos hablado anteriormente, según lo requería el caso. Sin embargo, Abraham no se queja respecto a los ángeles, diciendo que había sido llevado por su engañosa guía, sino que señala cuál había sido su condición anteriormente; es decir, que habiendo dejado su propio país, no solo había emigrado a una tierra lejana, sino que había sido constantemente obligado a cambiar su morada. Por lo tanto, no es de extrañar que la necesidad lo llevara a nuevos designios. Si alguien pregunta por qué hace a los ángeles los guías de su peregrinaje, la respuesta está lista: aunque Abraham sabía que estaba vagando solo por la voluntad y providencia de Dios, se refiere a los ángeles, a quienes, como él mismo reconoce en otro lugar, se le dieron para ser los guías de su viaje. El resumen del discurso va en esta dirección: enseñar a Abimelec que Abraham estaba libre tanto de astucia maliciosa como de mentira; y luego, que debido a que llevaba una vida errante e inquieta, Sarah, de común acuerdo, siempre había dicho lo mismo que había dicho en Gerar. Esta miserable ansiedad del hombre santo podría mover tanto a Abimelec a la compasión como para hacer que su enojo se aplacara.

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